Historia de Molina de Aragón

71º El comercio

En la introducción hablaba del comercio como una manera de vivir más libre, y como si las normas que regían a la sociedad de alguna manera les afectara menos. Sus residencias no siempre eran de permanencia en el mismo sitio, eran viajeros y portadores de mercancías unas sobrantes de las aldeas y otras compradas en otras regiones o reinos, por eso fue necesario controlarlos con los portazgos y pontazgos. Los precios quedaban a su arbitrio, ellos sabían lo que podían y lo que querían ganar y conforme a ello tasaban. En caso de guerra ellos siempre estaban fuera del terreno bélico pero con los alimentos y el armamento dispuestos para vender y comprar.

Considerando los productos sobrantes de la tierra, vimos como aparecía el comercio: intercambio y después compraventa.

Ya hemos hablado de la ganadería como fuente de ingresos. Sus lanas y sus pieles más que su carne entraron en la lista de mercancías. La pertenencia a la Mesta daba salida a la producción de lana fina[1] y extrafina, pero la de las ovejas zurcas que usaban para los colchones, y que los pelaires y cardadores convertían en hilo para las mantas y colchas que tejían en los telares[2] caseros, y los jerséis y pedugos[3] que confeccionaban con las agujas de tejer, necesitaban una salida más pormenorizada.

Las pieles, ellos mismos las curtían, bien sin pelar para hermosear pies de camas y suavizar albardas de montar o las convenientemente peladas las convertían en zamarras o en calzado. En el vestir también las pieles curtidas con el pelo hacia el interior se consideraron buenas prendas para ataviarse, el abrigo que propiciaban era muy estimado.

Las caballerías, ganados, cerdos, gallinas… Todos los animales eran objeto de compra venta, siempre que sobraran tras el mantenimiento de la familia.

Las sogas, los lienzos finos y otros más gruesos, llamados lenzones, mantas para que las caballerías no se rozaran con los arreos, eran sacadas del cáñamo trabajado y tejido, y el lino también era elaborado finamente para vestir, se producía en las riberas de los ríos Mesa y Gallo[4]. No quiero decir que los telares para fino y para basto estuvieran en los mismos sitios donde se produce la lana o el cáñamo, pero no descarto la posibilidad[5], sino que la avalo basado en aquello de que en los pueblos todos saben usar y sacar provecho de lo que crían y producen. ¿Quién puede decir que las abuelas no sabían hacer calceta ni hilar la cera, o que los abuelos no conocían el arte de trenzar el cáñamo después de trabajarlo hasta convertirlo en madejas?

La ropa de vestir con mayor o menor esmero salía de sus conocimientos de curtir las pieles, de tejer la lana, el lino y el cáñamo. Si artistas había en la pintura, en la escultura y en la joyería, artesanos igualmente capacitados los hubo en estas actividades.

Los oficios de los menestrales en Molina, orfebres y otros, eran conocidos en el señorío y tenían su clientela. Las ferias eran el mejor lugar para exponer las mercancías. No dudo que estos molineses e incluso desde Sigüenza los artesanos expertos, sobre todo en imaginería para los templos en construcción también se dejarían ver, y no solo en las ferias, sino como vendedores ambulantes o como artistas para obrar donde fueran requeridos.

El exceso de producción agrícola sobre todo de las huertas del Gallo y del Mesa necesitaba dar salida a sus productos y acudirían a las ferias de Molina.

En Molina había una feria anual en San Miguel “…sinon vn día en el anno, es a saber, el primero mercado despues de la fiesta de Sant Migael y aquel dia en el qual todos se allegaren et non contradixiere alguno, aquello vala…[6]

Inmediatamente después de san Miguel hay un mercado general: ferias.

Fecha muy importante. Esta feria coincide con el fin y principio de temporada para convenir o renovar contratos de pastores para la trashumancia ya que habrían cumplido los del año anterior. En pocos días saldrán camino del extremo[7]. En el mundo rural el año comenzaba en san Miguel y en él acababa.

Los padres acudían con sus hijos en edad de comenzar a trabajar para buscarles amo como criados o pastores, o como aprendices para el oficial que lo necesitara. También presentaban a las hijas para que encontraran casa donde servir.

Se habla de “el primero mercado”, primer mercado, por tanto habrá otros a lo largo del año. No sabemos, no lo dice, pero habría otro al menos en fechas próximas a las labores veraniegas en que volverán los padres con hijos e hijas para buscarles contratación ya que la proximidad de las faenas de recolección necesita más mano de obra. Cuando digo esto pienso en los siervos y criados que necesitan un lugar de trabajo.

“Todo omne de Molina que ganado o otra cosa comprare de qualquiere tierra lo traya a Molina, non peche portatgo”[8] Lo que quiero señalar con esta cita es la existencia de comerciantes en tierras de Molina y que si además son de la ciudad de Molina no pagarán portazgo en su ciudad. Si compran en el exterior, es lógico que también lleven allí y vendan productos de su tierra. No solo por la ley de la permuta tan extendida, sino también por la escasez de moneda. La historia[9] nos señala la existencia de arrieros, recueros, buhoneros, etc., en estos tiempos tampoco faltarían.

“Si alguno viniere a Molina con pan o vino o ollas non peche portatgo”[10]. Este es otro fuero que libera del portazgo, para no encarecer los precios en algo tan estimado como necesario: el pan, el vino y las ollas.

Es interesante saber que en San Miguel también se renuevan los cargos administrativos y de jueces. “Qui demandare judgado o alcaldía, demándela día de domingo ante la fiesta Sant Migael depués de missa, et quien en otro día la demandudiere, nol vala”[11]

Todo por dar categoría a la festividad y a la feria.

Como ya hemos visto la vida gira en torno a san Miguel, 29 de septiembre. He hablado de  ferias y mercanías más que de mercaderes, pero todo va considerado.

[1] Lana de las ovejas que caminaban mucho, la hebra de lana era fina y no perdía el poder de adherirse a otra hebra por su tendencia a rizarse. La extrafina era la de borregas o corderas, siempre de ovejas camineras, o sea las trashumantes. Las que no caminaban y permanecían en los pastos próximos al pueblo su lana era más gruesa y, en consecuencia paños menos finos.

[2] En algunos pueblos, también los paños finos salieron de sus telares y se vendieron en las ferias. Pero este cardado e hilado era más entretenido, y en la venta de lana mejor pagada.

[3] Calcetines gruesos.

[4] Con estas aportaciones, tal vez abuse porque la información es muy tardía, de la época del catastro del marqués de la Ensenada, año 1750, pero considerando lo poco que variaban las situaciones hago referencia a ello, no como una cosa de grandes realidades, sino como una posible manera de sobrevivir con los materiales que tenían entre las manos.

[5] En1750, en las declaraciones de Mochales en el catastro de la Ensenada, denuncian varios telares, dos de paños y seis tejedores de lienzos, además de dos batanes en el río (respuestas 32 y 33). Las ventas las hacían conjuntamente enviado a dos responsables con las telas confeccionadas en la temporada a las ferias. Si esta época posterior se trabajaba así, no encuentro dificultad para que ya en aquellos tiempos tuvieran telares más o menos apropiados para confeccionar los paños en sus casas.

[6] Fueros Capítulo 5 cédula 3ª.

[7] Palabra que aún se seguía usando el siglo pasado para indicar el lugar lejano, próximo a los límites del pueblo donde colocaban el hato, fuera para pasar dos o varios días como requiriera el trabajo del campo o el pastoreo.

[8] Fueros Capítulo 2 encabezamiento.

[9] En el Catastro de la Ensenada (1750) nos cuentan que entre otros ingresos que entraban en las familias, contaban los que conseguían con sus viajes a la capital a la venta corderos o etc. Por ejemplo Hinojosa, Milmarcos…

[10] Fueros Capítulo 2 cédula 1ª.

[11] Fueros Capítulo 12 cédula 11ª.

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